Archive for the 'Ocurrencias médicas' Category

Ocurrencias médicas (vol 3)

«Un amago de Infarto»

El «amago de» aunque puede aplicarse a múltiples patologías si tiene un clásico es el «amago de infarto». Cumple perfectamente los criterios para ser catalogado como «Ocurrencia médica».

¿De dónde viene (entiendo) esta expresión?
Cuando se utiliza en contexto sanitario el término «amago de» se trata de definir algo que estuvo cerca de ser, que pareció que era… pero que finalmente no fué.

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Un ejemplo: Paciente que llega a urgencias con un fuerte dolor en el pecho, con dificultad para respirar y nerviosismo. Es pasado rápidamente a la consulta «por si es una angina de pecho o un infarto». Finalmente, tras una entrevista detallada, una exploración y en algunos casos alguna prueba (electrocardiograma…) se concluye que era una crisis de ansiedad.

¿Qué ha sido?: Una crisis de ansiedad.

¿Cómo es a veces recordado en un futuro por el paciente?: Un amago de infarto.

¿Cuál es la parte perversa de esta expresión?
El paciente (y el sanitario que en un futuro hable con él y le pregunte por sus antecedentes!), puede tener la sensación de que él padece de corazón («una vez tuvo un amago…) cuando realmente no es así.

¡¡Cuidado!!: A veces, el paciente usa el amago con un significado diferente, como algo incompleto. Por seguir con el ejemplo, a la angina de pecho le llama amago de infarto.

Evitemos el uso de términos que puedan llevar a confusión. Llamemos a las cosas por su nombre.

Hablemos claro a los pacientes. Se «pierde» más tiempo, pero se «gana» mucho más.

Si no las viste antes: Ocurrencias médicas (vol 1) y Ocurrencias médicas (vol 2)

Ocurrencias médicas (vol 2)

«Un principio de Neumonía»

El «principio de» que es aplicable a neumonías, otitis, infartos y anginas de pecho… está bastante extendido y cumple perfectamente los criterios para ser catalogado como «Ocurrencia médica».

¿De dónde viene (entiendo) esta expresión?
De que a veces es difícil hacer un diagnóstico con seguridad por no cumplirse los datos esperados, pero tampoco hay seguridad para poder descartarlo por completo. Ante esta situación en ocasiones se ponen en marcha pruebas más avanzadas o incluso se llevan a cabo tratamientos ante la posibilidad de que realmente se padezca esa enfermedad.

¿Y qué ocurre? Pues que, como tantas veces, se busca el (desaconsejable) atajo y en vez de dar toda esa explicación se recurre a la ocurrencia.

– ¿Y si no tengo una neumonía por qué tomo el antibiótico? Porque tengo un principio de neumonía…

¿Cuál es la parte perversa de esta expresión?
Es doble:

1.- A menudo el paciente, aunque finalmente se descarte la enfermedad, no termina de verlo claro.

– Sí, hombre, sí. Yo padezco de corazón. Una vez tuve un principio de angina de pecho.

– Bueno, entonces no tuvo una angina.

– Una angina no, pero sí un principio.

2.- La sensación que queda al paciente es que, sobretodo en las enfermedades infecciosas, el tratamiento logró frenar ese principio de y por tanto prevenir el desarrollo de la enfermedad.

– Mándeme el antibiótico no sea que tenga un principio de neumonía y no quiero que vaya a más…

Aclaremos: Las neumonías o se tienen o no se tienen igual que los infartos, las anginas de pecho, las otitis y las casas en la playa.

Hablemos claro a los pacientes. Se «pierde» más tiempo, pero se «gana» mucho más.

«Una fisura en el hueso»

– ¿Te has roto algo?

– No, pero tengo una fisura en el hueso.

Habitualmente (y desafortunadamente) se utiliza fisura como sinónimo de «no está roto, pero casi» dando a entender que por eso duele tanto aun no estando roto el hueso (si el golpe fuera en las costillas también está el recurso de las «carnes despegadas«).

A veces, aunque en la radiografía no se vea fractura, la exploración es tan típica de fractura que, ante la posibilidad de que haya una fractura pero pase desapercibida en esa primera radiografía y los posibles riesgos de no tratarla, se habla de «Fractura clínica» (por ejemplo de escafoides o de cabeza de radio) y se trata como tal hasta una posterior radiografía de control. Pero no, en ese caso tampoco hay una fisura. Hay una sospecha de fractura, que se trata a la espera de confirmarlo o descartarlo.

Aclaremos: A ver. El hueso o está roto (hay fractura) o no está roto (no la hay). A veces, las llamadas fracturas simples (una sóla línea de fractura y sin desplazarse/separarse los fragmentos) son denominadas fisuras… Pero son fracturas.

Entonces, ¿no hay fisuras?

Sí claro, las anales por ejemplo. Pero ésa es otra historia…

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Próximamente: Ocurrencias médicas (vol 3)

Si no las viste antes: Ocurrencias médicas (vol 1)

Ocurrencias médicas (vol 1)

A veces, un médico o un enfermero, o quizá fue un paciente… (aunque me inclino por lo primero) tiene una ocurrencia feliz, médica en este caso, y a la hora de tratar de transmitirle a un paciente una idea o un mensaje decide innovar, crea una expresión con la que cree que puede hacer más fácil la comprensión por parte del paciente. Pero esa ocurrencia a veces no es tan feliz…

«Las carnes despegadas»

Aquí en Sevilla, e imagino que también en Andalucía (desconozco si en el resto del territorio nacional) es frecuente que cuando un paciente recibe un traumatismo costal (golpe en el pecho) y no hay fractura, con la intención de explicar al paciente que, aun no habiendo fractura, es una lesión bastante dolorosa… salga a relucir la famosa expresión «las carnes despegás». ¿A quién se le ocurriría esa expresión?. Entiendo que fue una forma de explicar que las costillas golpeadas, aun no estando rotas, duelen y bastante. Y vaya si tuvo éxito.

– Bueno, pues no hay fractura.

– ¿No, doctor?

– No.

– Y si no está roto… ¿por qué me duele?

– Es que los golpes en las costillas son muy dolorosos, porque…

– Aaaahhh, las carnes despegás, vamos.

La famosa expresión, que a mí reconozco me hace bastante gracia por lo que tiene de ocurrente y de popular, consigue el propósito de facilitar la compresión del paciente de lo que le ocurre… aunque contribuya a a hacerle pensar que la carne se despega del hueso con los golpes y por eso duele… ¿hasta que vuelve a pegarse?.

Aclaremos: Las «carnes» no se despegan del hueso. Los golpes sobre las costillas suelen ser bastante dolorosos, en relación a sus terminaciones nerviosas y a ser una zona en contínuo movimiento (respiración, al hablar, con la tos, con movimientos…).

«Las defensas bajas»

Algún día, a alguien (probablemente de nuevo un sanitario) se le ocurrió que para hacer entender a un paciente que pasaba una mala racha (ya sabes, uno de esos inviernos que enganchas un catarro con otro) se le ocurrió decirle aquello de «tiene las defensas bajas»… y eso ya ha sido un no parar. Médicos que usan esa expresión para terminar rápido una explicación (¡basta ya, por favor!); pacientes que piden análisis para saber cómo están sus defensas… por si están bajas; empresas farmacéuticas y alimentarias que lanzan preparados vitamínicos y lácteos para «ayudar a tus defensas»…

– Vengo a que me haga un análisis.

– Dígame, ¿qué es los que le preocupa?

– Es que he tenido dos herpes y no salgo de un resfriado y me meto en otro… y quiero saber cómo tengo las defensas.

– …

Dicha expresión me parece muy poco afortunada sobretodo porque dificulta la comprensión del paciente del proceso de enfermar y ayuda a que se vea tentado a la realización de prueblas complementarias y a la toma de productos varios que arreglen su «problema»…

Aclaremos: No existe «tengo las defensas un poco bajas», al menos no tal y como las entendemos. Desgraciadamente, en los casos en los que realmente  el sistema inmunitario (las defensas) está debilitado, como en las diferentes inmunodeficiencias, los problemas van más allá de un par de herpes o dos catarros mal curados y no se arregla con un yogur…

Próximamente: «Un principio de neumonía» y «Una fisura en el hueso».


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@FernandoFabiani

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